Iniciamos nuestra celebración de Pentecostés con el signo de la luz que nos acompañó a lo largo del día: primero, hasta el lugar en el que una pequeña Capilla recuerda el nacimiento de S. Francisco de Sales, luego en la Eucaristía compartida con la feligresía de San Mauricio: allí pudimos tocar la fuente bautismal donde Francisco recibió el bautismo y admirar el enorme cuadro del Presbiterio presentando la entrega de Jesús en la cruz, el martirio de S. Mauricio y la ordenación episcopal de Francisco.
También fue significativo que, dentro de la Misa, tuviera lugar el bautismo de un niñito, Hugo, incorporado a la Iglesia católica en esta festividad.
Al atardecer, la celebración de Vísperas nos dio espacio para compartir entre nosotras el don del Espíritu recibido hoy, en el peregrinar que nos mostró un Francisco cercano, humano y exquisitamente fiel al proyecto del Señor.
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