Cartas de María Dominica Mazzarello
"Las cartas de María Dominica Mazzarello son un documento de valor excepcional... Son como entrar improvisadamente en el íntimo santuario de una persona... Dicen lo que ha sido la viviente atmósfera del alma..." (card. Gabriel-Marie Garrone) En este espacio de interioridad compartimos la respuesta a la carta enviada por Madre Mazzarello a las directoras del Proyecto Mornese recibida esta tarde. |
Mornese, Italia, 25 de junio, 2011.
¡¡¡Viva Jesús y María Auxiliadora!!!
Muy querida Madre Mazzarello:
Cuan cerca te hemos sentido en estos días aquí en la “Casa del Amor de Dios”. Como buena y dulce Madre, que conoces nuestro corazón, has sabido susurrarnos al oído tus sabios consejos:
Mis queridas hijas:
v No se desanimen ante las adversidades de la vida.
v Tengan mucha confianza en el Señor.
v Depositen en Él su corazón.
v Amen sin medida a las Hermanas.
Madre, hoy sentimos en nuestro corazón el deseo ardiente de hacer vida tus consejos y de reavivar la herencia carismática que nos has regalado.
Enséñanos a amar con corazón evangélico, a ser verdaderamente humildes… y de manera especial que Jesús sea el centro de nuestra vida.
Estamos seguras que al retornar a casa tu presencia de Madre nos iluminará y nos acompañará para continuar prestando el servicio de animación y gobierno a nosotras confiado con el mismo AMOR….con que tú lo hiciste en Mornese y en Nizza Monferrato.
Te sentimos Madre y nos confiamos a tu infinita y siempre nueva intercesión desde el cielo. Con afecto filial.
Tus hijas. Hermanas de las cuatro décadas. Proyecto Mornese. Junio 2011.
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NUESTRAS HERMANAS DE LA JUVENTUD ACUMULADA NOS COMPARTEN SU CARTA
Querida Madre : Queremos agradecerte lo que nos has dado en estos días, y hoy, especialmente a través de esta carta que nos alienta para no desanimarnos nunca y vivir la humildad y la caridad hacia cada una de nuestras Hermanas.
Tu palabra nos invita a centrarnos en Jesús y vivir en lo esencial, con la coherencia del testimonio que persuade y anima al bien.
Nos confiamos a tu materna intercesión para alcanzar la gracia de un corazón misericordioso, que no juzga, sino que acompaña, comprende, escucha. Que podamos vivir en nuestro cotidiano el misterio pascual del Señor, recibiendo de su cruz la fuerza para ofrecer las dificultades, los dolores, los contratiempos y transformarlos en alabanza a Dios. Creemos que sólo Jesús puede convertir los pesares en dulzuras y a Él nos confiamos de todo corazón.
Con todo cariño, tus hijas de la “juventud acumulada”.
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